domingo, 14 de octubre de 2012

París, première partie (I)


Siento el retraso en escribir pero tengo una razón de peso, mi viaje a París.
Es la segunda vez que voy este año, pasé allí la Nochevieja, y esta vez he vuelto más enamorada de ella.

www.dior.com
Pasear por sus calles es mágico, sus edificios, la gente, ese ambiente un tanto melancólico, es única. En este viaje hemos hecho la ruta de las tiendas y del lujo, hemos paseado por la Avenue Montaigne, donde las grandes firmas de moda tienen sus tiendas. Dior, Chanel, Loewe, se mezclan con coches de alta gama y con parisinos/as que van a la última, con chófers que dejan a sus generosos y adinerados clientes en la puerta de las tiendas y a los que recogen al cabo de dos horas cargados de bolsas llenas de “modelitos” carísimos. Llegué a ver a uno que recogía las bolsas de Dior y las llevaba al hotel Plaza Athenee, donde imagino que las subiría a la suite de lujo para que la persona en cuestión luciera el diseño por la noche en una soirée de París.

www.louisvuitton.es




Escaparate que merece una mención aparte es el de Louis Vuitton en los Champs Elysees, la boutique insignia de la maison francesa ha jugado con los lunares y la imaginación para la presentación de su colaboración con Yayoi Kusama, artista japonesa que ha llenado las creaciones de la firma de lunares y colores.









Y uno de mis sueños se hizo realidad, visité la tienda de Chanel en la Rue Cambon. En ella empezó a fraguarse la leyenda de Chanel. En el número 31 vivía Gabrielle Chanel, abajo tenía la tienda y el taller y en su primera planta su apartamento, con preciosos biombos coromandel que fueron los espectadores mudos de sus encuentros amorosos y del nacimiento de sus creaciones, y que un día decidió abandonar por una suite en el Ritz de la Place Vendôme. Entrar a la tienda fue mágico, un portero vestido de traje, Chanel por supuesto, te abre la puerta con una sonrisa y un “Bonjour, Madame” que deja entrever lo que viene después, grandes salones sobrios y elegantes donde lucen no más de 10 modelos para que puedas apreciarlos, tocarlos y hasta olerlos, todo huele a Chanel. He de reconocer que cuando el portero me abrió la puerta vislumbré al final la escalera que sube al primer piso, y con una sonrisa y un francés pésimo le pregunté si podía subir, su respuesta fue un “No” eso si, con una gran amabilidad. ¿Qué habrá en ese piso? ¿Conservarán el apartamento tal cual? ¿Lo habrán convertido en oficinas? Me quedé con las ganas de saberlo, así como de conocer su suite del Ritz, esa que recuperó de las manos de los nazis, y en la que murió como sólo ella podía hacerlo, con esa frase para el recuerdo “Mira, así se muere”.
www.chanel.com
Volvimos a pasear por la Place Vendôme, donde el lujo y los precios llegan a ser insultantes. Relojes por 400.000 euros al alcance de “cualquiera”, gargantillas de diamantes que deben venderse con un escolta, anillos que harían las delicias de cualquier pedida de mano que se precie y pulseras cuyo cierre debe ir con candado. Es increíble. Me fijé que los carteles de las puertas en donde se anuncia el horario están en cuatro idiomas, francés, inglés, ruso y chino, el español ni aparece. Lo que deja ver quiénes son los potenciales clientes. Yo fui una mera espectadora.

¡Ay, París! esa ciudad donde la crisis es elegante, cara y al alcance de unos pocos.

2 comentarios:

  1. Arumeta, me ha encantado tu paseo por paris, no he estado nunca pero ya te tengo a ti para describirmela a la perfeccion. Espero ansiosa la segunda parte y q sepas q me debes un cafe para contarmelo todo. Mil besos.

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  2. Yo también recuerdo perfectamente la primera vez que entré en el Chanel de la Rue Cambon, tendría unos 17 años...

    http://entremanolosandaeljuego.blogspot.com.es/

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